Pitfall!

En lo que sólo cabe denominar como un ejercicio de puro masoquismo, me he propuesto hacer una reseña de un juego de Atari 2600. Como uno de los pocos que puede calificarse como tal es el Pitfall! (1982), así que allá que voy.

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Realizar un artículo de un juego de Atari 2600 es tan breve como jugarlo, dado que la escasísima memoria y recursos técnicos de esta consola hacían que los juegos fueran simples, incluso para los estándares de la época. Evidentemente los arcades eran mejores, pero incluso en sistemas domésticos existían alternativas más potentes. No olvidemos que tratamos con un hardware de 1977.

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A veces es mejor esconderse hasta que pase el mogollón

La consola tenía un tremendo arsenal de espantajos infumables, verdaderos bodrios que aún hoy hacen retorcerse en su tumba al inventor de los videojuegos, y eso que aún está vivo. No obstante, Pitfall! entra dentro de la categoría de decentes. No sólo tiene los mejores gráficos de la consola, también su jugabilidad. No es decir mucho, pero recordemos que hoy día triunfan «cosas» como Flappy Bird, así que no nos pasemos.

El protagonista del juego, Harry, emulará a Indiana Jones para recorrer la selva en busca de tesoros. Dicha jungla está llena de peligros, y deberá sortearlos mediante saltos.

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Los cocodrilos me traen por la calle de la amargura. Me han comido tantas veces que los odio.

El juego no dispone de niveles de dificultad, al contrario que la mayoría de juegos de Atari 2600. Por supuesto, de intro o música ni hablamos. El apartado sonoro se reduce a algún ruidito, o la melodía a lo tarzán al colgarnos de una liana. Aún así, sus gráficos y su jugabilidad lo elevan como el mejor de la consola con diferencia.

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El escorpión albino

Existen dos caminos, el sendero principal y uno subterráneo. A veces conviene tomarlo para evitar dificultades (como los malditos cocodrilos), pero nos encontraremos con el… escorpión albino. Además de tener el tamaño de un pastor alemán, el muy mamón hace unos quiebros que ni Roberto Carlos, y como esto no es el Super Mario morirás al pisarlo.

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Mierda puta

La dificultad del juego no es estratosférica, aunque algunos saltos son difíciles. Una vez que le coges el tranquillo no es complicado, pero los malditos cocodrilos pueden hacerte sudar. Recuerda: la clave está caer sobre la cabeza del tercero. El caso es que recordaba estos saltos más fáciles, pero de eso ya hace como 25 años…

Fuera de divagaciones de anciano, tiene algunos detalles a agradecer. Primero, que los troncos rodantes (que vienen de ninguna parte) no te matan directamente, te dejan sentado y pierdes algunos puntillos. No obstante casi todo son mazazos: sólo hay dos vidas y es facilísimo morir. Por supuesto, salvo los troncos todo mata.

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Si el pozo de alquitrán no es suficiente, una serpiente de cascabel

El juego te da exactamente 20 minutos de tiempo, en el que recoger todos los tesoros que puedas. Lo más normal es que te masacren mucho antes, y la puntuación que quede es la que quedó. Yo, particularmente, me he conformado con no quedarme a cero. Una forma curiosa de avanzar es hacerlo completamente hacia atrás desde la primera pantalla, con el aliciente de que si morimos, nos pondrán al principio, pudiendo pasarla.

Hay un total de 32 tesoros en el mapeado del juego, así que la puntuación máxima consistiría en recogerlos todos sin morir y sin ser golpeado por los troncos rodantes. Si hacer este artículo ya es una falta de amor propio, la gesta de terminarlo de forma perfecta responde a una falta completa del instinto de autoconservación. En su época, si conseguías más de 20.000 puntos y enviabas una foto a Activision, te regalaban un parche para la ropa. Es de suponer, no obstante, que tras 30 años no sigan haciéndolo.

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¡Un tesoro!

Que el juego es un reto técnico es evidente viendo el resto del sistema, pero si uno se mete en harina se da cuenta que se trata de toda una hazaña. Los recursos de la Atari 2600 están ya no milimetrados, sino comprimidos y utilizados de forma que sólo el cortador de césped podría alcanzar a entender. Para hacerse una idea, el juego tiene nada menos que 256 pantallas, ¡ocupando 50 bytes en total! Su autor, David Crane, merece como poco un Óscar.

Eso es todo. Si te interesa el género, hay tantas secuelas que es difícil quedarse con una. Su segunda parte, Pitfall 2, tiene una versión en arcade realizada por SEGA en 1984, que es como de comer a estar mirando. Jugar al original teniendo alternativas es más arqueología que otra cosa, por lo que es mejor leer este artículo y pasar a algo más interesante.

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