¿Hay vida después de SimCity? La respuesta a esta pregunta es Cities: Skylines (2015), publicado por Paradox Interactive para Windows, MacOS, Linux y Xbox One.
Tras el chasco de crítica de la referencia del género, es inevitable buscar alternativas donde podamos construir ciudades gigantescas, jugar tranquilamente en modo de un jugador y sin el dichoso software Origin. ¿Lo ha conseguido los creadores Colossal Order? Esa es justo la idea, seguir la estela de SimCity 4 y no de su secuela. ¿Cómo queda la cosa?
Bueno, desde luego cumple lo que promete. Podremos gestionar colosales megalópolis de 36 kilómetros cuadrados, en lugar de los bochornosos 0,5 km2 de SimCity. Si disponemos de una máquina potente, el propio creador del juego distribuye en Steam un mod para aumentar aun más el tamaño de las ciudades. Si lo que querías era tamaño, desde luego este es tu juego, y pese a todo no se hacen concesiones al simulador ni a ningún otro aspecto. Caballo grande, ande o no ande, pero este no se queda quieto: la ciudad estará permanentemente en movimiento.
No hay modo multijugador, ni se le espera. No tenemos que estar pendientes de servidores del juego, ni nos penalizarán por no tener conexión a Internet. El juego funciona con el DRM de Steam, que no requiere conexión y que proporciona múltiples servicios, como un taller de mods que permite instalar y quitar contenido fácilmente. Aun así, el mundo sigue girando, y el juego, lejos de ser frenado por la piratería ha sido el mejor vendido de la productora, vendiendo incluso más que SimCity en el mismo tiempo. Chupaos esa.
Tal como se espera de un juego del año 2015, y de forma semejante a lo visto con SimCity, podemos mirar con nuestra lupa y encontrar vida en cada rincón de la ciudad. Podemos ver a todos sus integrantes en funcionamiento, ya sea paseando o yendo en coche. Podemos ver a los habitantes coger el autobús o incluso pasear al perro. Tal como suena: el juego simula hasta los perros.
Del mismo modo, el juego hace gala de unos gráficos muy buenos. Tanto si vemos la ciudad desde las nubes como si la inspeccionamos de cerca, el juego no tiene transiciones apreciables en los gráficos, como sí ocurre en SimCity. Eso sí, este último tiene unos gráficos superiores, debido a su carísimo motor gráfico Glassbox. Además, las explosiones y efectos gráficos se ven mejor en SimCity, y lamentablemente Cities Skylines no tiene desastres. Curioso echarlos de menos cuando soy el primero que los desactiva…
El sonido es acorde con lo que se espera, estando a la altura de sus competidores. Si nos acercamos oiremos el bullicio de la ciudad en sonido envolvente, y si nos alejamos podremos relajarnos y construir a nuestro gusto, oyendo la banda sonora del juego. Aunque las pistas musicales son buenas (y diría que imitan a lo oído en SimCity) se echa en falta alguna más, porque terminan repitiéndose como un bocadillo de ajo.
Pese a que se trata de un producto con numerosos puntos fuertes, la simulación tiene un par de puntos flacos. El primero es que no hay gran variedad de edificios disponibles, y la gestión del juego sólo puede llevarse a cabo de una forma prefijada. No podemos exportar la basura, sólo quemarla; y sólo hay dos tipos de comisarías u hospitales sin posibilidad de modificarlos o ampliarlos. Tampoco existe comercio ni nada, nuestra ciudad parece el último reducto de la civilización. Otro aspecto que no me ha gustado es que es facilísimo perderse: resulta que no te llega carbón o que los difuntos se acumulan (y tienes cementerios y carreteras) y te las ves canutas para saber por qué.
Aún con sus puntos negativos, el simulador es una gozada. Permite cualquier clase de microgestión que se nos ocurra, desde las líneas de metro hasta las paradas de autobús. La parte negativa, por supuesto, es que como se descuide algún aspecto de la gestión del tráfico acabarás con colas kilométricas que dejarán sin suministro a la ciudad. También puede gestionarse con precisión milimétrica el presupuesto, y el juego permite establecer leyes y ordenanzas tanto generales como por distritos.
Aunque es tarea imposible no jugar a este juego y compararlo con SimCity, se trata de un producto que satisfará a propios y extraños. No puede competir con una producción de alto presupuesto, pero la diversión que ofrece (y sobre todo, la magnitud de las ciudades que permite) hace que estemos, probablemente, ante el simulador de ciudades más importante del momento.