En el mundo del motor se conoce como tuning (o tuneo) la puesta a punto y mejora de las prestaciones de un vehículo. Por extensión también se refiere a la personalización estética externa o interna de los mismos. Cuando esta práctica se realiza de forma que da vergüenza ajena, estamos hablando de truñing.
Pese a que la edad de oro del truñing (1998~2006) se agotó (el perfil del truñero típico es de sectores profesionales muy afectados por la crisis) he observado que ha surgido de entre las cenizas en una forma sutil: el truñing-branding.
¿En qué consiste esta práctica? Muy sencillo: enarbolar emblemas que insinúan que rodamos con un vehículo muy superior al que realmente poseemos. El ejemplo más típico es, por supuesto, añadir el emblema «M» a los BMW, en especial al coche estrella de los quiero-y-no-puedo: el serie 1. «¡¡Pero cómo va a ser un M si ni siquiera es el coupé!! ¡¡Pero si encima es de gasoil!!», pienso.
No pude resistirme y expongo aquí un ejemplo rodante al cual tomé una foto en Sevilla de un espécimen muy especial:
Así es, este es el famoso Porsche-Mazda MX-3 v6 del que tanto han oído ustedes hablar. Esto me lleva a la cuestión:
Quien no conoce el significado de los distintos emblemas (v6, M, GTi, AMG…) no va a quedar impresionado en absoluto. Quien los conoce se dará cuenta pronto (como muy tarde, al arrancar el coche) de que no corresponden con el vehículo, y pensará que el propietario es un membrillo. ¿Qué sentido tiene, pues el truñing-branding más allá de un posible efecto jocoso?
Siempre quise tener un Honda Twingo. Me he dado cuenta que no soy el único. Se aceptan opiniones al respecto.
PS: Tal como me señala mi amigo Iñaki, hubo un MX-3 v6, pero como es lógico no portaba el emblema del Clio v6 como este.
Artículo dedicado a mi señora futura esposa, de la cual he heredado la gran cuestión.
Yo tengo un 1.4 de 1450 cv con un cconsuno de 1.3 litro a los 400km